En pleno casco histórico, en lo que se da en
llamar El Madrid de los Austrias nos encontramos este espacio singular y
de obligado paso para cualquier turista que visite la ciudad.
Geográficamente fue laguna, la del Luján, y tras
secarse poco a poco fue habitándose tras la muralla medieval cristiana del S.
XII y conocida, cuando ni siquiera fuera plaza, como El Mercado/Plaza
del Arrabal, por su ubicación tras muros y donde la gente comerciaba todo
tipo de mercancías.
El año pasado (2018), cumplió sus 400
AÑOS. Un año cargado de festejos, eventos y acontecimientos especiales se
pudieron disfrutar a lo largo de todo el año para celebrarlo, aunque los
sucesos más habituales en la actualidad son el mercado de filatelia y almoneda
todos los domingos (que este año cumple 50 años), el mercadillo navideño, los
festejos de sus patronos San Isidro y la Almudena, las procesiones de semana
santa y algún que otro acontecimiento especial veraniego.
Sin adentrarnos demasiado en estos cuatro siglos
de existencia, te contaré algunas peculiaridades de este sitio cargado de
historias, mitos y leyendas que han acompañado a sus habitantes a lo largo de
todo este tiempo.
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El efecto imperial que trajo consigo el
reinado de Felipe II, en la segunda mitad del 1.500, debía hacerse
patente en esta pequeña Villa de entonces. Se agrandaron las antiguas murallas,
que absorbieron todo el arrabal, entre otros muchos sitios LA PLAZA DEL
ARRABAL.
Desde entonces, muchos han sido los
acontecimientos históricos y urbanísticos de esta zona, como muchos también
fueron sus nombres: Real, de la Independencia, de la República, de la
Constitución, hasta que finalmente quedó con este nombre, tal como aparece en
casi todas las grandes ciudades y poblaciones españolas.
Hasta el S. XVI era sitio de encuentro y
mayormente del comercio de todo tipo de mercancías y artesanías. El bullicio
era habitual, en este espacio que en un principio ni siquiera era cerrado, y lo
sigue siendo, tanto para madrileños como el ingente paseo de turistas a todas
horas.
El diseño original, dicen que Felipe II se lo
encargó a Juan de Herrera, pero se le atribuye al arquitecto Juan Gómez de Mora
(ayudante del tal Herrera), a principios del 1617, pero nada tiene que
ver ahora con largo del paso del tiempo y sus avatares. Varios siglos de
monarquías imperiales, de reyes y reinas europeos, con un paréntesis de dos
repúblicas y de los tres devastadores incendios, hicieron que no solo cambiara
sus nombres sino también su fisonomía.
Además de sus orígenes de mercadeo,
sucedieron también innumerables acontecimientos públicos algunos de
divertimento, otros no tanto, aunque la historia tiene sus razones y no hay
porqué negarlas. Fue plaza de toros, de ejecuciones públicas desde el S. XVII
(que podía ser de garrote, horca o degüello, y cada cosa en su lugar preciso), de
autos de fe (aquellos juicios públicos de la famosa Santa Inquisición Católica,
aunque también de comediantes, cirqueros y carnavales.
Poco queda de su original diseño de fuentes y
jardines, aunque siempre guardó su esencia comercial y de encuentro, quedan aún
en pie en este rectángulo adoquinado y cementado, la Casa de la Panadería y
la Casa de la Carnicería; el resto de este rectángulo de tres plantas
siempre fue para viviendas, con sus más o menos 270 balcones que miran hacia
ella.
"La reina doña Isabel II, a solicitud
del Ayuntamiento de Madrid, mandó colocar en este sitio la estatua del señor
rey don Felipe III, hijo de esta villa, que restituyó a ella la corte en 1606,
y en 1619 hizo construir esta plaza Mayor. Año de 1848". Y es la estatua ecuestre
que encontramos en el centro de la PLAZA MAYOR, testigo ineludible de todo lo
que ocurre allí desde entonces.
Pero la PLAZA MAYOR DE MADRID, con sus
soportales y 10 salidas (con sus arcos con sus respectivos nombres), guardan un
sinfín de sitios y lugares dignos de conocer. Desde una de esas salidas (quizás
la única conocida por su nombre), el Arco de Cuchilleros, puedes encontrar
rodeando su perímetro las antiguas cuevas de la muralla de la que hablaba en un
principio, la farmacia, mercado y el restaurante más antiguo de la ciudad, o
conducirte por las callejuelas del Madrid de los Austrias, hasta los más
castizos como el de Las Letras, La Latina, El Rastro o subir hasta los orígenes
de esta preciosa ciudad, hacia la catedral.
De todo ello, desde CONOCE MADRID 10,
queremos que seas un activo y paciente observador-escuchador de historias, de
estilos decorativos y arquitectónicos, sin dejar nada por descubrir.
… Aunque Madrid siempre tiene cosas por
descubrir… Y mejor, así te quedarás con ganas de volver a visitarla…
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